Como buen colombiano me entusiasmo a rabiar cuando aparece una nueva estrella que deslumbre por sus singulares condiciones y sea destacada en cualquier ámbito de nuestra vida terráquea.
Los colombianos sacamos pecho cuando sabemos que algún compatriota trabaja en la NASA, cuando es un médico inventor de elementos para hacer cirugías, cuando meten un gol, cuando contratan colombianos para jugar en equipos del exterior, cuando se ganan una carrera de bicicleta o autos, etc.
En estos días ha aparecido en nuestro firmamento una nueva estrella que maneja una constelación que gravita en un rincón del cosmos. Desde que nuestro orate dijo que somos una etnia cósmica, todos nos interesamos en qué órbita andamos.
Cuando este ser humano destacado es una mujer, nos enorgullecemos más y admiramos superiormente sus calidades y esfuerzos para conseguir llegar a sus altas metas.
Una joven mujer de 30 años, sin tener experiencia en ningún campo laboral, logró manejar todo el presupuesto de su nación y ser, de hecho, quien dirige la administración y la política de una nación de 52 millones de personas.
Una Bogotana de 1.57 de estatura tumbó del poder al presidente y lo asumió silenciosamente; eso solo lo logra un ser excepcional; todo lo demás que se diga es envidia. ¡Tenemos a Laura de Colombia para el universo!
Ella es tocaya de una peruana mexicana conocida como Laura de América. Se parecen sólo en que su éxito es seguido con un: «Que siga el desgraciado «.
Laura de Colombia tiene las mismas facultades de Laura de América para condenar, absolver, regañar, echar, contratar, etc., a todos a los que se les venga en gana. Una vez hecha su labor, sigue el desgraciado, a quien todos odian, pero, sin él, ellas no tendrían importancia alguna. Son desgraciado- dependientes, entre más malo sea el desgraciado, mejor para ellas; por eso, lo incitan a aparecer cada vez más pernicioso.
No me quiero salir de lo central: Colombia tiene una nueva estrella que ha logrado llegar, a su corta edad, a ser la dueña absoluta del poder en el país. Lo logró sin ser de genealogía principesca; lo hizo por saber manejar a dos drogadictos esquizofrénicos, uno de ellos de apellido Benedetti y el otro, ustedes lo adivinan. Eso la hace digna de admiración.
Ñapa: He sabido, de buena fuente, que varios científicos expertos en inteligencia humana, están investigando la mente de esta prodigiosa jovencita. Algunos están preocupados por la capacidad que tiene, la analizada, de inducir al suicidio a quien trata de investigarla, por ser maga, y de lograr desaparecer maletas valiosas. Parece que, alrededor de ella, ya hay algunos fantasmas.
Ñapita: La maledicencia colectiva ha tejido una historia sobre la alquimia que Laura de Colombia les hace a las sustancias sicodélicas que le da a su desgraciado de turno. No creo en brujas, pero que las hay, las hay. ¡Ay, que miedo!
Ñaputa: El colofón (Google, vagos) de esta historia es que, la mayoría de los colombianos prefiere estar mandada por Laura que por el desgraciado.
¡Viva el país del Sagrado Corazón!
Reflexión: 870 buses de todos los resguardos indígenas llegaron a Bogotá a marchar pagados por todos nosotros. 30 indígenas por bus equivalen a 26.100 personas; sin ellos, no se hubiera llenado ni media plaza de Bolívar. Debe estar muy preocupado el actual régimen gobernante, por más de que digan otras cosas.
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