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OPINIÓN: A los 100 días de Duque
No sé quién inventó el cuento de los 100 primeros días de gobierno. Lo cierto es que, en 3 meses, un gobierno si mucho está acabando de conocer los funcionarios de alto rango, e impartiendo sus primeras directrices.
Pero, cómo quien no hace balance de los 100 días hace «el oso», me toca hacer el mío.
Destacable el acierto de algunos ministros: Relaciones, Transporte, Salud, justicia, agricultura.
Cuestionables los del interior, defensa y hacienda, este último, buen técnico, pero tendrá que gastar más tiempo defendiéndose que gobernando.
Los de vivienda, medio ambiente, TIC y trabajo, apenas están conociendo sus despachos. No podemos dar opinión sobre ellos.
El gobierno ha marcado su estilo conciliador; nada pendenciero, como fue el de su mentor Uribe.
Le gusta el contacto con la gente de provincia. Ha dado pasos de gran osadía, como presidir directamente el comité de concertación del salario mínimo.
Ha demostrado que conoce el manejo de las fuerzas armadas. Haber dejado la cúpula militar hasta diciembre, cuando normalmente se hacen los movimientos por ascensos, es señal de respeto y conocimiento de la institución. De paso, permite a los que quiere nombrar, que tengan el tiempo de ascenso y no genere grandes traumatismos.
Haber frentiado, el presidente directamente, el problema de las universidades públicas con los rectores, fue un acierto que le baja presión a ese lío con los estudiantes.
La estrella, para mí, de estos meses ha sido la vicepresidenta. Desde el primer momento puso claro que una cosa era el gobierno y otra el CD.
Al bachiller y futuro candidato del Uribismo a la presidencia, el condecorado Macías, lo ha desautorizado varias veces; como con el tema de la ampliación del período presidencial.
Lo bueno: El ponderado y conciliador estilo de Duque. No se deja sacar la piedra.
Lo malo: La indecisión respecto al trámite de la reforma política y judicial.
Lo simpático: el parecido de la ministra de trabajo con el famoso peluquero Norberto.
Lo feo: Pachito, Ordóñez y la medalla de Macías.
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