El sol lanzó sus primeros rayos bien temprano en la mañana y el día estuvo siempre cálido y tranquilo, un primero de enero digno de buenos presagios y en el que los ciudadanos de Cali se preparaban para dar un giro a su suerte. Era el día de recibir al nuevo alcalde de la ciudad.
Con traje formal y los zapatos bien lustrados, llegué a La Catedral en el centro de Cali donde se citaba en la invitación para la eucaristía que inició a las 2 de la tarde luego de la llegada del alcalde electo Alejandro Eder, su señora y familia cercana. Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez habló de manera impecable agradeciendo a Dios y poniendo a la ciudad en manos del doctor Eder, pero recordando que él no es un ser milagroso y que la ciudad mejorará, pero con el esfuerzo de todos.
No fueron pocos los allegados que hicieron presencia en la icónica iglesia, políticos, funcionarios, periodistas y seguidores abarrotaron el lugar, algunos con la esperanza de saludar al mandatario o “darle la paz”. Harold Eder, presidente de Manuelita y hermano de Alejandro, y su padre Henry Eder completaron el quorum y acompañaron permanentemente al recién elegido alcalde en las primeras filas.
Al cabo de la misa, los asistentes de la ceremonia nos trasladamos a la plaza de Cayzedo, el corazón de Cali, lugar elegido por el mismo Eder para firmar y recibir su mandato, y pese a la ausencia (esperada) del ahora exalcalde Ospina, todo transcurrió con normalidad y con la tarde soleada pero fresca que caracteriza los días caleños.
Escuchaba yo las palabras de reconciliación en el discurso del nuevo mandatario, cuando detallé mi entorno: me encontraba sentado en la misma fila con Miyerlandi Torres, con Deninson Mendoza y a unos cuantos lugares de Roberto Ortiz y Dilian Francisca Toro, con quienes tengo entendido va a trabajar directa o indirectamente el alcalde. No solo era un discurso, sino que la reconciliación había empezado.
Luego del pensado y acertado discurso, me quedan las siguientes apreciaciones del futuro del alcalde Eder y de la ciudad:
En resumidas cuentas, quedé gratamente satisfecho y con la total esperanza de una transformación para mejorar nuestra ciudad. Tengo la plena certeza que este será un gobierno que recordaremos mucho, y no sólo por las obras sino por el cambio de actitud de la ciudadanía y el progreso que ello implica.
Bueno y ¿qué sigue?
Si mi espada del augurio no me falla y puedo ver más allá de lo evidente, Eder tendrá que enfocarse en la seguridad, en las finanzas de la ciudad y en fortalecer Emcali a ver si algún día le da utilidades al municipio. Después, deberá modelar la ciudad que queremos en 50 años, de la mano de Diana Rojas a quien, creo, formará como sucesora del primer cargo. El mandatario dirigirá sus esfuerzos a proyectos modernos, recuperación de cultura y aumento de inversión social. Así pues, tendremos en Cali el caso de éxito más grande de Colombia.
Si todo lo anterior sale bien, y abusando de lo “más allá de lo evidente”, Alejandro Eder será el cóctel perfecto de candidato presidencial para el 2030 y desde ya se está preparando:
Amanecerá y veremos dijo Apolinar (que tampoco fue al acto de posesión). Se vienen dos años muy técnicos, luego dos años muy políticos y un gran proceso de transformación positiva para nuestra ciudad.
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