“Un hombre puede dar algo mejor, si eso es posible, que su vida. Puede dar su espíritu vivo a una causa que no sea fácil.”
Woodrow Wilson
Colombianos, compatriotas, ciudadanos, amigos, hermanos, hemos vivido una de las campañas políticas más violenta y agresiva, más enconadas, más difícil y desconcertante de nuestra historia política reciente, por eso es necesario realizar una gran motivación para recomponer nuestra unidad, nuestra confraternidad a través de una gran campaña de reconciliación nacional.
Los primeros llamados para buscar el apaciguamiento de los espíritus deben hacerlo los candidatos presidenciales y sus vicepresidentes, así como demás líderes que han participado en esa contienda, que deja resquebrajada la unidad nacional.
Este es nuestro territorio, nuestro suelo patrio y aquí tenemos que convivir todos, caber, trabajar y hasta donde sea posible morir de viejos. De manera que debemos erradicar la violencia, y rearmar un tejido social más afable y respetuoso de los derechos de todos.
Debemos erradicar de nuestros corazones el odio y la venganza, superar el pesimismo, para abrirlos a una convivencia que nos permita, unidos, encontrar el sendero del progreso y de la paz.
No más violencia verbal o física, no más pasiones exacerbadas, no más discursos incendiarios, no más ataques contra la población inerme, no más ataques por asuntos religiosos, personales o de cualquier índole.
En este llamado a somaten, debemos recuperar nuestra confianza en nosotros mismos, en nuestro país y en sus líderes sociales.
Los crímenes contra líderes sociales y comunitarios deben parar, no pueden ser condenados a muerte, por el simple hecho de ser líder en su zona, barrio o vereda. Están truncando los sueños de jóvenes y líderes sociales, por tener una nación en Paz.
Debemos superar la etapa de las agresiones, verbales y físicas y si pensamos en nuestros hijos, nietos o sobrinos, ellos nos darán el aliciente necesario, para superar nuestras diferencias y poder regresar a la Colombia de nuestros sueños. Intentémoslo.
No más agresiones, peleas ni insultos denigrantes. Paremos estas acciones insensatas con el país, porque lo polariza y divide y deben ser erradicadas de la faz del territorio nacional.
La confrontación deber ser intelectual a nivel de ideas y programas, a través del deporte, pero jamás con ataques personales o acudiendo a descalificaciones odiosas y mentirosas.
Salgamos todos de nuestras trincheras y busquemos a la iglesia, o a los gremios, o integremos una ONG por la reconciliación nacional, para que lideren ese gran acuerdo nacional, urgente y necesario hacia la reconciliación, hacia la paz, para que nuestros rostros recuperen su sonrisa y volvamos a los cordiales saludos de buen día, buen señor o señora.
Posdata: Lamento mucho la desaparición de ese gran maestro del periodismo nacional Mauricio Gómez, hijo del inmolado líder conservador Álvaro Gómez Hurtado. A su familia y al gremio mis sentidas condolencias. Se nos están yendo los grandes hombres.
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