Ufffff, ¡por fin se acabó esta campaña electoral! Estamos saturados de insultos, mentiras, exageraciones, contradicciones y, ante todo, de esta polarización que se tomó al país, en estos meses.
Ya tenemos un ganador, con una ventaja de más de 2.300.000 votos, que no admite duda. Ni siquiera el perdedor se atrevió a decir que era tramposa esa ventaja. Ganó el que le daba más tranquilidad al país, quien no se rebajó a insultar a sus contrincantes., quien mantuvo la cordura y las buenas maneras. Se impuso la decencia.
Perdió quien, para conseguir votos, se dedicó a echar para atrás todo lo que había dicho en primera vuelta, quien utilizó un lenguaje pugnaz contra su adversario, quien quiso dividir en lugar de unir. Perdió lo burdo, lo vulgar y lo estridente.
Ganó Iván Duque con Marta Lucía Ramírez. Ellos fueron elegidos con muchos más votos que el CD. Ganaron por encima del temor que significa Uribe, para un gran número de colombianos. Ganaron, a pesar de Uribe. Lo único que se les endilgó en su contra era que serían títeres del expresidente. Quienes votaron por ellos, confiaron en que no serán marionetas de nadie, creyeron en que vendrá una nueva generación de gobernantes, cuya mitad serán mujeres, apostaron al cambio generacional.
Cómo sería de bueno que Uribe hiciera el acto de grandeza de dejarlos gobernar sin tacharlos de traidores cuando tomen decisiones que no le plazcan. Maravilloso sería que reflexionara en que, un poco más de 8 millones de personas votaron contra él, justa o injustamente.
Dr. Uribe: Para usted y para el país, lo mejor es que deje su protagonismo pendenciero y permita que el joven Duque tome sus decisiones con mente fresca y no con los odios del pasado.
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