La vida está compuesta de alegrías y tristezas; de risas y llanto y, de salud y enfermedad. Todas ellas hay que recibirlas sabiendo que son temporales y que lo único definitivo es la muerte.
No se equivoca el dicho popular que afirma que la única riqueza es la salud. Por eso es tan doloroso ver cómo se ha venido deteriorando el sistema de salud. Tenemos los médicos, los equipos y la infraestructura, pero se están cerrando los hospitales y los servicios por falta de pago. Esto es de lo más grave de este gobierno.
Estoy saliendo convaleciente de una clínica que se sentía desocupada y, al preguntar el por qué, se me explicó que estaban atendiendo básicamente la medicina prepagada, ya que las EPS no les volvieron a pagar.
El tema que quiero tratar es el de las enfermedades, consustanciales a la naturaleza humana, y los grandes avances científicos que se han logrado para combatirlas, incluso erradicarlas. Esa es la razón por la cual se incrementó el promedio de vida.
Dentro de esas dolencias humanas hay unas que producen pánico, como el cáncer, que hasta hace poco tiempo era sinónimo de pronta muerte. Ahora, gracias a los tratamientos, se ha logrado combatir con éxito esa enfermedad y prolongar la vida en forma digna.
Fui notificado de que tengo un cáncer hematológico y, por supuesto, me debo someter a un tratamiento con quimioterapia. Para una persona de mi edad este es otro acontecimiento de la vida y, aunque no es agradable saberlo, lo entiendo como un recorderis de la naturaleza de que no somos eternos.
Me someteré a los tratamientos hasta que no afecten la dignidad de mi vida. No quiero vida artificial ni vegetativa. He pedido que, cuando vaya a morir, sea dignamente, haciendo lo que haya que hacer para que esto se logre.
Confío en la medicina colombiana y sé que hará lo que haya que hacer, sabiendo que no son dioses para hacer milagros.
Por fortuna, mi familia y allegados comparten mi pensamiento y su amor me entusiasma a someterme a los tratamientos para manejar la enfermedad. No es una lucha contra la muerte —la que nadie vencerá—. Son medicinas para controlar una dolencia.
No se hagan ilusiones de que este susurrero los dejará pronto de importunar. Esto va para largo. Les agradezco la paciencia y las muestras de cariño.
Ñapa: Invité a unos amigos cercanos para reírnos de este paciente y de sus males. Les dije que las viandas eran cortesía de la empresa “Su Último Buñuelo”, emprendimiento especializado en despedidas. Los sinvergüenzas vinieron de corbata negra y casi me acaban el bar, por si acaso.
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