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OPINIÓN: Bozal para los ministros de Duque
Bozal para los ministros debe ordenar el Presidente Duque. No es posible que el gobierno siga dando esta imagen de descoordinación.
Frente al cada vez más delicado asunto del asesinato de los líderes sociales, el ministro Botero, no sabemos con cuántos tragos en la cabeza, sale con la joya de que “detrás de toda protesta social hay una mafia delincuencial organizada». Por supuesto, Duque tiene que salir al quite desautorizando al bebedorcito mindefensa.
La ministra de trabajo dice en Cartagena que el proyecto del aumento de salario mínimo extra, presentado por su jefe Uribe, no tiene cabida. ¡Sobra cualquier comentario!
El «aguado» ministro Carrasquilla, con frases como: «Hay que darle un Sisben a los empresarios» y, «le pondremos IVA a toda la canasta familiar», parece querer tumbar al gobierno.
La «sensual» ministra de justicia presenta una reforma «consensuada» de la justicia, y resulta que las Cortes dicen que no hubo ningún consenso.
Mientras el presidente muestra su estilo descomplicado y cercano, sus ministros cada vez que hablan se contradicen o dicen sandeces.
Señor Presidente, enfrene a su gabinete, designe, si es necesario, un «vocero oficial del gobierno». Esto no puede seguir así, porque está dando la sensación de improvisación y que no hay director de orquesta.
Pasando a otro tema, una de las características de los colombianos es que nos enseñan a dar las gracias, desde que nacemos. Todos vemos a los padres diciéndole a sus hijos: «¿Cómo se dice?».
Pues bien, creo que no hemos hecho honor a esa virtud colombiana frente al Señor José Pekerman. A ese caballero del fútbol le debemos habernos sacado del casi anonimato futbolístico, para ser una de las más importantes selecciones del mundo. Unos presumidos comentaristas de fútbol, han tratado de menospreciar lo que Pekerman hizo por nuestro fútbol, amén de haber logrado una férrea unión del país en torno de la selección.
Que falta nos hará su figura elegante y bonachona, en la raya donde están los entrenadores. Gracias, Don José, nunca lo olvidaremos. Su vacío no será fácil de ocupar.
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