Por: Deninson Mendoza, líder del Movimiento Independientes en Cali y precandidato a la Alcaldía de Cali
Si bien es cierto que la solución para mitigar el impacto social de las barras populares en Cali y en Colombia no depende exclusivamente del alcalde, si no, de la articulación de distintas instituciones que permitan el impacto sobre las mismas; la construcción y bienestar de la ciudad, en torno a ellas, sí.
Y aunque es bien conocido que las últimas administraciones han adelantado un proceso con las barras populares en distintas acciones, a través de la conformación de la política pública Distrital, sumado a los avances que realiza el Ministerio del Interior en las mesas de diálogo (paradójicamente sin representación de las barras), al final, se convierten en sobrediagnósticos de una problemática que el ciudadano más alejado del fútbol ya entiende.
La pregunta es: ¿cómo enfrentar una problemática que ni siquiera se tiene cuantificado el número de sus actores? Algunos estudios indican que en Cali podrían haber cerca de 20 mil o 25 mil jóvenes que asisten, por lo menos alguna vez al semestre, a una barra popular y se siente identificados en alguna Legión (Deportivo Cali) o Bloque (América de Cali), pero este número se queda en solo una suposición.
Hace algunos años, la División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor) adelantó junto a los equipos de todo el país un proceso de carnetización, con un costo cercano a los 13 mil pesos por persona, recibiendo algo más de 12 mil millones de pesos y que se quedó en una de las inversiones más cuestionadas frente al tema, que no terminó solucionando una problemática cada vez más angustiante.
Sin duda alguna, el primer paso para poder adelantar acciones contundentes para reducir la violencia será la identificación de los hinchas, en todos los sectores, el cual debe ser ejecutado directamente por la ciudad y no por un ente privado, con el fin de poder cruzar información entre instituciones relacionadas y conocer quién es cada ciudadano que busca ingresar a un partido de fútbol, así, acabar con la eterna discusión dentro de las mesas de diálogo de la responsabilidad del estado al entregarle información a un privado, quien es hoy quien lo ejecuta.
Solo el día en que se cruce la información de la Alcaldía (entidad que ejecuta la identificación) con la Policía, la rama judicial y la Fiscalía, se podrá conocer a los asistentes a un escenario que, aunque sea de un acto privado, responde a un elemento público. Para nadie es un secreto lo que ocurre dentro de las barras populares, donde algunas personas aprovechan la efervescencia para cometer actos delictivos que no representan el verdadero sentir de sus hinchas y que debemos alejarlos con acciones.
Cali deberá convertirse en el ejemplo nacional para el control de las barras dentro y fuera de los escenarios y, para ello, requerirá de una verdadera voluntad política que permita la inversión en tecnología para la videovigilancia y dispositivos de reconocimiento para el ingreso, pero que también actúe sobre lo que significa la ciudad frente a partidos de pequeña, mediana y alta relevancia.
Esa voluntad política que deje de echarle la responsabilidad a otras entidades, una voluntad que reúna al operador del estadio, la Gobernación del Valle y la Alcaldía de Cali, para enrutar acciones que identifiquen, controlen y, llegado el caso, acompañen la judicialización de los responsables de actos vandálicos. Es un trabajo entre todos.
Además, hay una gran corresponsabilidad que debe unirse a esta tarea política-estatal y es la participación de los clubes en la misma. Si bien, las entidades públicas tienen un compromiso, los clubes deberán asumir la tarea y responsabilidad de alejar a los malos hinchas de los estadios, reduciendo las gabelas, aportes y reconocimientos que hacen internamente y que solo terminan justificando el mal actuar de un conglomerado.
Creo que los hinchas del fútbol ya estamos cansados de la violencia, de tener que estar escondidos por llevar el color de una camiseta y de caminar por miedo por las calles cada vez que llega la fecha de un clásico o partido importante. Las barras populares son indispensables para la cultura del fútbol en Colombia y en Latinoamérica, pero llegó la hora que, de verdad, enfrentemos esta problemática a través de la educación, la cultura, el empoderamiento de los jóvenes y las acciones de atención contundentes del estado frente a un clarísimo fuera de lugar ante la sociedad.
Yo creo en que Cali tendrá las mejores barras populares del país y que volveremos a vivir el fútbol en paz. VAMOS JUNTOS POR CALI.
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