El domingo es el día de demostrar qué tanto nos duele Colombia. Es el día de pasar de la teoría a la práctica.
Todos estos meses hemos estado recibiendo y mandando chats, criticando lo que nos fastidia de los candidatos, alabando frenéticamente a quien apoyamos y, muchas veces, menospreciando a quienes no están de acuerdo con nuestras predilecciones.
Todo esto se quedará en el aire, si optamos simplemente con votar e irnos inmediatamente para la casa a ver televisión. Son unas elecciones cruciales, donde se definirá si vamos para Venezuela o seguimos de este lado.
Es un día de trabajo para el futuro de nuestros hijos. Debemos comprometernos, no sólo con nuestro voto, hay que multiplicarlo mínimo por 5. Comprobar que votaron, llevarlos a votar, si es necesario. Si no lo hacemos, no podremos quejarnos de lo que nos pueda ocurrir en los próximos años. Depende de nosotros y de nadie más.
Quien se quede en la comodidad del espectador, sólo criticando y predicando cambios desde el celular; en nada ayudará a prevenir el desastre. Hay que actuar, convencer abstencionistas y llevarlos a votar.
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